Desperté con los maullidos de Boris; Miau, miauuuu, miauuuuuu!!! En realidad no kería salir de la cama, era temprano y hacía frío, pero como saben, mi amor de gata madre pudo más. Empuje las sábanas de mala gana, sentí el invierno en mi cuerpo y abrí la puerta; el horror en mi rostro espantó cualkier resto de sueño, mi adorable gatito blanco estaba bañado en sangre, con una cara de satisfacción satánica ke no veía en él hace mucho tiempo.
Al principio pensé ke le había pasado algo, los últimos días ha desarrollado un extraño (y psicótiko) habito nervioso de rascarse detrás de la oreja izkierda hasta sangrar; pensé ke había caído en el mundo del autoaruñaje, ke es un ekivalente a la autoflagelación humana.
Empecé a seguir sus huellitas escarlata hacia la sala ke se encontraba sombría y repleta de plumas. Sangre por dokier y un cuerpito mutilado sobre el sillón arruinaron mis expectativas de desayuno. Las lagrimas empezaban a caer mientras miraba aterrada a mi gato, ke me devolvía una mirada desafiante y vargvikerniana, sin remordimientos ni contemplaciones.
Ke les puedo decir, está misma tarde comprare "Rosemary´s Baby" y estudiaré como es eso de ser la madre del diablo. Mientras tanto, si ven a un gato blanco con la cara ensangrentada y los ojos rojos, huyan! Podría tratarse de uno de los
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