Miremos al gato.
Inicialmente pensaríamos que es un guardián, un cancerbero, una esfinge dispuesta a protejer los pedales y efectos del experimento mira-zapatos ruidista de los Tokyo Shoegazer.
Pero después uno piensa, qué carajos, si los gatos no hablan! y si en caso hablara, sería un gato japonés (a menos que -á la Jolie- estos chicos adopten mininos extranjeros).
En ese caso, orgulloso estaría que el gato sea peruano o latinoamericano.
Pero creo que el gato es la segunda guitarra.
chugeiz!
viernes, 16 de diciembre de 2011
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